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Videos creados con IA: especialistas analizan si realmente están confundiendo a la sociedad

La presencia de videos generados con inteligencia artificial dejó de ser un recurso aislado para convertirse en parte del paisaje cotidiano. Con herramientas al alcance de cualquiera, la producción de imágenes y secuencias hiperrealistas se multiplicó en redes sociales, instalando un problema central: cada vez es más difícil separar lo verdadero de lo fabricado.

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En los últimos meses, escenas imposibles lograron engañar a miles de usuarios. Uno de los ejemplos más comentados fue el supuesto “canguro de apoyo emocional” que, según mostraban las imágenes, esperaba para embarcar en un vuelo comercial. Aunque el contenido era completamente artificial, circuló de manera masiva a principios de 2025 y mostró hasta qué punto estos videos pueden moldear percepciones sin que el público lo advierta.

La preocupación no es menor. Investigaciones como la de Lucía Ballesteros Aguayo y Francisco Javier Ruiz del Olmo, publicada en la Revista de Ciencias de la Comunicación e Información, advierten que el flujo constante de material generado con IA está creando una sensación de irrealidad que afecta la comprensión de los hechos. Los especialistas sostienen que la imagen digital se volvió una pieza central en los procesos de desinformación: altera la percepción de la audiencia, alimenta prejuicios y vuelve difusa la frontera entre un acontecimiento auténtico y uno fabricado.

La revisión académica citada advierte que la circulación de deepfakes no solo puede perjudicar a personas mediante engaños o difamaciones, sino que también erosiona la confianza en instituciones, medios y figuras públicas. El componente emocional de estas imágenes, señalan los autores, potencia su impacto porque refuerza creencias existentes y dificulta el análisis crítico.

El avance de herramientas accesibles para generar videos realistas consolidó un ecosistema en el que la desinformación se reproduce con mayor rapidez. La audiencia dejó de ser solo receptora: ahora también crea y distribuye contenidos falsos, lo que convierte el problema en un fenómeno estructural que pone en riesgo la credibilidad de los materiales audiovisuales, incluso en ámbitos periodísticos o judiciales. Verificar la autenticidad de un video resulta cada vez más complejo y abre la puerta a dudas generalizadas.

Frente a este escenario, los especialistas destacan la necesidad de fortalecer la alfabetización visual y digital, promover estrategias de verificación y desarrollar herramientas que acompañen a los usuarios en la detección de contenidos manipulados. A su vez, reclaman marcos regulatorios y soluciones tecnológicas que limiten la manipulación con fines de daño.

En un entorno donde los engaños generados con IA siguen apareciendo en campañas políticas, estafas y disputas mediáticas, la recomendación de los expertos es clara: sin pensamiento crítico, regulación y vigilancia constante, será difícil recuperar la confianza en un espacio digital cada vez más incierto.

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