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Adultos mayores trabajan para compensar la baja jubilación

En Argentina, el envejecimiento y la debilidad del sistema previsional empujan a miles de jubilados a seguir activos laboralmente

Cada vez más adultos mayores trabajan en Argentina para complementar sus haberes jubilatorios. El fenómeno no responde solo a una voluntad personal o a la búsqueda de mantenerse activos, sino a factores estructurales: el deterioro del poder adquisitivo de las jubilaciones, la alta informalidad laboral y un sistema previsional que no ofrece incentivos para el retiro escalonado.

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Según datos del IERAL de Fundación Mediterránea, más de 743.000 personas mayores de 65 años trabajan en la informalidad. Muchos de ellos ya están jubilados, pero necesitan generar ingresos adicionales para sostener su nivel de vida. Si bien en noviembre de 2023 hubo una mejora, el haber medio en junio de 2025 aún está 7% por debajo del promedio histórico.

Envejecimiento activo, pero con barreras

El cambio demográfico es evidente. La proporción de adultos mayores pasó del 2% en 1895 al 12% en 2022, mientras que el grupo en edad de trabajar (15 a 64 años) representa el 66% de la población, lo que aún mantiene activo el bono demográfico.

El aumento en la expectativa de vida y las mejores condiciones de salud permiten que muchas personas sigan trabajando”, explicó Osvaldo Giordano, presidente del IERAL. Pero también remarcó: “La necesidad económica pesa más que el deseo de mantenerse activo”.

La economista Nuria Susmel, de FIEL, detalló que el fenómeno está ligado al concepto de envejecimiento activo: “Una persona de 70 años hoy tiene capacidades similares a las de una de 50 hace tres décadas”.

Informalidad, moratorias y desincentivos

Sin embargo, este envejecimiento activo no se traduce en inclusión formal. Según Susmel, el 75% de los trabajadores mayores de 65 años está en la informalidad, y solo el 40% es asalariado registrado. El resto trabaja por cuenta propia, sin aportes ni cobertura de salud adicional.

El sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, atribuye esta situación a la falta de incentivos del sistema: “Muchos accedieron a la jubilación por moratorias o trayectorias informales. El empleador no quiere contratarlos formalmente por los altos costos, aunque ya estén jubilados”.

Además, Salvia advierte que la legislación no permite una salida gradual del mercado laboral. “No hay posibilidad de una reducción progresiva de la jornada ni de una transición flexible entre el empleo y el retiro”.

Discriminación y prejuicios

A estas barreras estructurales se suman los sesgos del mercado laboral. Un estudio de Bumeran reveló que el 55% de los trabajadores argentinos mayores fue discriminado por su edad, la mayor tasa de la región. Más del 70% considera que las empresas no fomentan entornos inclusivos.

“Persiste la idea de que una persona mayor rinde menos o no se adapta a los cambios tecnológicos”, explicó Giordano. Salvia, sin embargo, aclara: “No es solo un prejuicio. Los mayores tienen otras habilidades, pero eso los deja fuera de sectores dinámicos de alta productividad”.

En consecuencia, muchos adultos mayores trabajan en actividades independientes o flexibles, como asesorías, servicios personales o cuidados. La relación de dependencia es cada vez menos frecuente.

Reformas posibles: más flexibilidad y derechos

Para Giordano, el sistema previsional debería reformarse para reflejar estos cambios demográficos. Propone actualizar gradualmente la edad jubilatoria y recompensar económicamente a quienes pospongan su retiro. “La expectativa de vida crece un año por década. Se podría mover la edad de retiro un mes por año”, planteó.

Susmel también recomienda reducir los costos para contratar adultos mayores, y adaptar el régimen laboral a las distintas etapas de la vida. Además, destacó un cambio impulsado en 2017, que permite a los trabajadores seguir activos hasta los 70 años, aunque cumplan con los requisitos jubilatorios.

Hacia una economía plateada

El concepto de economía plateada gana terreno: integrar a los adultos mayores en actividades económicas, sociales y productivas. Según Salvia, aún faltan políticas públicas activas para promover esta inclusión y permitir que los mayores sigan aportando valor sin perder derechos.

Por ahora, la realidad muestra que la mayoría de los adultos mayores trabajan por necesidad y sin protección. Mientras las jubilaciones no logren garantizar una vida digna, y el mercado laboral no se adapte a una población longeva, el envejecimiento activo seguirá siendo más una obligación que una elección.

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