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Trump endurece su postura y evalúa un ataque militar directo contra Irán

La creciente tensión entre Israel e Irán ha puesto a prueba la política exterior de Estados Unidos, y particularmente la del presidente Donald Trump, quien atraviesa su segundo mandato en medio de una escalada que podría desembocar en un conflicto regional de gran escala. El mandatario advirtió el 17 de junio que la “paciencia se está agotando” y exigió una “rendición incondicional” a Teherán, en lo que representa un giro significativo en su estrategia.

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Preparativos militares en marcha

Fuentes de defensa confirmaron que Estados Unidos reforzó su presencia militar en la región. El portaaviones USS Nimitz se dirige hacia el Golfo con su grupo de combate, duplicando la capacidad naval en la zona. Además, se reportó el despliegue de aviones cisterna de la Fuerza Aérea rumbo a Oriente Medio, en lo que sería una preparación logística para una eventual ofensiva.

El presidente se reunió en la Sala de Situación con sus principales asesores de seguridad nacional para definir los próximos pasos. Según funcionarios, Estados Unidos estará pronto en posición de atacar instalaciones clave del programa nuclear iraní si se toma la decisión política.

Instalaciones nucleares bajo amenaza

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó daños recientes en la planta de enriquecimiento nuclear de Natanz, atribuidos a ataques israelíes. Trump evalúa ahora el uso de la GBU-57, una bomba antibúnker de 13.600 kilos, capaz de impactar en las instalaciones subterráneas de Fordow, objetivo que supera la capacidad de ataque de la fuerza aérea israelí.

Divisiones internas en Washington

El movimiento político que respalda al presidente se encuentra dividido. Mientras los neoaislacionistas, como el vicepresidente J.D. Vance, muestran reticencia ante una nueva intervención en Medio Oriente, otros sectores, como el Pentágono, avanzan con la planificación operativa.

Por ahora, las voces críticas han bajado su intensidad. Vance afirmó que, pese a las dudas, el presidente “se ha ganado cierta confianza” en el manejo del conflicto. No obstante, analistas advierten que una intervención directa podría fracturar aún más el frente político interno, especialmente entre los votantes del movimiento MAGA.

Escenarios posibles y riesgos

Trump exige a Irán la eliminación completa de su programa de enriquecimiento de uranio y restricciones sobre misiles y apoyo a milicias. Aunque descarta por el momento un cambio de régimen, ha dejado abierta la puerta a una acción militar si no obtiene concesiones.

El riesgo de represalias es elevado. Irán podría responder con ataques a fuerzas estadounidenses, fomentar acciones terroristas o cerrar el estrecho de Ormuz, punto clave del comercio petrolero. Incluso un ataque quirúrgico exitoso podría tener consecuencias imprevisibles, como una aceleración clandestina del programa nuclear o una desestabilización regional.

Mientras tanto, el presidente evalúa un abanico de escenarios, que van desde una negociación forzada hasta una ofensiva directa. “No queremos un alto el fuego, queremos un fin real”, insistió Trump, sin confirmar aún cuándo o si se concretará una intervención.

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