INTERÉS GENERAL

Qué es el edging y cómo puede intensificar el placer sexual

El edging es una práctica erótica que consiste en detener la estimulación sexual justo antes del orgasmo, con el objetivo de prolongar el placer y alcanzar un clímax más intenso. Aunque muchas personas lo hayan experimentado de manera espontánea, el edging requiere acuerdo, atención corporal y comunicación, especialmente en encuentros sexuales compartidos.

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Un modelo que privilegia el orgasmo rápido

En las relaciones sexuales tradicionales, especialmente dentro del modelo heterosexual centrado en la penetración, el orgasmo suele ser entendido como la meta principal. Esta lógica convierte al juego erótico en un simple “preámbulo”, relegándolo a un rol secundario y limitando el desarrollo del deseo, la exploración y la conexión corporal.

En este contexto, muchas personas sienten que deben “llegar rápido” al orgasmo, como si fuera una carrera, dejando de lado la posibilidad de habitar el deseo, disfrutar del contacto, los tiempos y los silencios.

¿En qué consiste el edging?

El edging implica reconocer los momentos previos al clímax —las sensaciones físicas y mentales que anuncian el orgasmo— y detenerse justo en ese punto límite, ya sea disminuyendo la velocidad de los movimientos, cambiando de estímulo o interrumpiendo por completo la acción.

  • Puede practicarse en solitario o en pareja.
  • Es esencial que exista un acuerdo mutuo, con señales claras (verbales o físicas) para parar o continuar.
  • En el encuentro con otra persona, se puede alternar el coito con la masturbación mutua, fortaleciendo la conexión y la complicidad.

Beneficios del edging

1. Potencia el placer
Al cortar el estímulo justo antes del orgasmo, se acumula mayor flujo sanguíneo en la zona genital, lo que aumenta la sensibilidad y potencia la respuesta sexual al retomar la estimulación.

2. Ayuda a controlar la eyaculación
En personas con eyaculación precoz o con dificultad para alcanzar el orgasmo, esta técnica permite entrenar el control del reflejo eyaculatorio y mejorar la experiencia sexual.

3. Mejora la conexión con el cuerpo
Al focalizarse en las sensaciones corporales y no en el objetivo final, el edging favorece una mayor conciencia corporal y concentración en el momento presente.

4. Reduce la ansiedad sexual
Al disociar el placer del clímax inmediato, se baja la presión de “tener que rendir” sexualmente, reduciendo la autocrítica y el llamado “rol de espectador” (mirarse desde afuera durante el acto).

5. Enriquece el juego erótico
Al extender los tiempos de excitación, el edging estimula un juego más creativo y prolongado, donde se da espacio al descubrimiento mutuo y a la construcción compartida del placer.


Conclusión

El edging no es una técnica aislada, sino una invitación a explorar una sexualidad más conectada, atenta y placentera. Implica abandonar la lógica de la urgencia para recuperar el valor del deseo sostenido, del contacto y del juego. Con práctica, acuerdo y confianza, puede convertirse en una herramienta poderosa para enriquecer la vida sexual individual y en pareja.

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