Dificultades alimentarias en niños: afecta a 4 de cada 10

Las dificultades alimentarias en niños afectan al 40% de la población infantil, según un estudio regional citado por especialistas. Estas condiciones, que incluyen selectividad, inapetencia y fobia alimentaria, pueden comprometer no solo el crecimiento físico, sino también el desarrollo cognitivo y emocional si no se abordan a tiempo.
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Qué son las dificultades alimentarias en niños
Se trata de problemas relacionados con la conducta alimentaria durante la infancia. Las más frecuentes son:
- Selectividad alimentaria (“niño quisquilloso”).
- Inapetencia persistente.
- Fobia alimentaria.
- Trastornos de la oralidad.
- Errores de interpretación diagnóstica por parte de padres y cuidadores.
Un estudio brasileño citado por expertos indica que la selectividad representa el 37,8% de los casos, mientras que la inapetencia y el error diagnóstico alcanzan un 17,6% cada uno. Otras causas como fobia alimentaria o cuadros orgánicos completan el panorama clínico.
Cuándo aparecen y cómo se manifiestan
Según el informe, la edad media de inicio varía según el tipo de dificultad:
- La selectividad alimentaria aparece en torno a los 52 meses.
- La inapetencia y la fobia alimentaria suelen comenzar entre los 31 y 34 meses.
La Dra. Paula Guerra, médica pediatra especializada en nutrición, explica:
“El seguimiento pediátrico es clave. A través del control de las curvas de crecimiento y el diálogo con las familias, se puede identificar una alimentación deficiente antes de que tenga consecuencias graves.”
Impactos en la salud infantil
Las dificultades alimentarias en niños, cuando no son tratadas a tiempo, pueden causar:
- Pérdida de masa muscular.
- Déficits de nutrientes clave como proteínas, hierro, zinc, y vitaminas.
- Retrasos en el crecimiento (peso y talla).
- Afectación del rendimiento escolar y bienestar psicosocial.
Además, se incrementa el riesgo de que los padres no detecten a tiempo el problema, ya que muchos chicos continúan alimentándose, aunque de forma muy restringida o poco nutritiva.
Intervención temprana y tratamiento interdisciplinario
La buena noticia es que, si se interviene a tiempo, la mayoría de los casos pueden resolverse o mejorar significativamente. Para eso, es necesario:
- Realizar una evaluación clínica y psicosocial integral.
- Implementar estrategias conductuales adecuadas.
- Aplicar pautas nutricionales específicas y, si es necesario, suplementar la dieta.
“El abordaje debe ser interdisciplinario y personalizado. Se pueden utilizar suplementos como apoyo, pero nunca como reemplazo de la alimentación familiar”, agregó la Dra. Guerra.
Uno de los productos recientemente presentados en el país es Fortini, de Nutricia Bagó, que aporta energía, proteínas, ácidos grasos esenciales (EPA y DHA), prebióticos, y micronutrientes. Su fórmula de sabor neutro, sin sacarosa y reducida en lactosa, permite integrarse fácilmente en las comidas habituales del niño.
El rol de los padres en la alimentación infantil
Expertos recomiendan observar y mejorar las técnicas de alimentación de los cuidadores. Algunas prácticas positivas incluyen:
Limitar el tiempo de comida a 20-30 minutos.
Ofrecer comidas adecuadas a la edad.
Estimular la alimentación autónoma.
Tolerar comportamientos normales como ensuciarse.
Eliminar distracciones como pantallas durante las comidas.
Mantener una actitud tranquila y consistente.
Establecer rutinas con horarios fijos.
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