INTERÉS GENERAL

15 frases tóxicas que nunca hay que decirle a un hijo

La forma en que se le habla a un hijo moldea vínculos, identidad y autoestima. Comentarios que parecen inofensivos, especialmente cuando se dicen en momentos de enojo, pueden tener consecuencias profundas y duraderas en su desarrollo emocional y social.

Naranja X
Canal de WhatsApp

¡Mantenete al tanto de las últimas noticias de San Nicolás y el país!
Unite a nuestro CANAL DE WHATSAPP y recibí las novedades directamente en tu teléfono.

📲 Click AQUÍ

Según Andrea Abadi, médica psiquiatra infantojuvenil y directora del Departamento Infanto Juvenil de Ineco, “la manera en que hablamos con nuestros hijos moldea su mundo interno”. El impacto no está dado solo por las palabras, sino también por el tono, la intención y el momento en que se dicen.

Las palabras también educan (o hieren)

La licenciada en Psicología Lorena Ruda, especialista en crianza y coautora de Adolescencia, divino tesoro, señala que “si el mensaje se transmite en un contexto de gritos, el niño solo recibe dolor”. También alerta sobre los efectos de las comparaciones, las etiquetas y los juicios desmedidos.

Por su parte, Andrés Luccisano, psiquiatra infantojuvenil y subjefe de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano, remarca que la comunicación es clave en la crianza: “Es a los vínculos lo que el sistema inmune es al cuerpo”.

A continuación, 15 frases que los especialistas consideran dañinas y que nunca deberían dirigirse a un hijo:


1. “¿Por qué no podés ser como tu hermano?”

Refuerza sentimientos de inferioridad. Comparar genera inseguridad y resentimiento.

2. “Me vas a volver loco”

Traslada al niño una culpa emocional que no le corresponde.

3. “Sos un vago / caprichoso / desobediente”

Las etiquetas negativas se internalizan y moldean la identidad del niño.

4. “Si no hacés esto, no te quiero más” / “Te vas a quedar solo”

Instalan temor al abandono y condicionan el amor a la obediencia.

5. “Callate” / “No llores” / “No es para tanto”

Reprimen emociones. El mensaje es: “Sentir está mal”.

6. “Porque lo digo yo”

Desalienta el pensamiento crítico. Niega el diálogo y el aprendizaje conjunto.

7. “Siempre hacés lo mismo” / “Nunca me escuchás”

Las generalizaciones anulan la posibilidad de cambio. Son juicios extremos y desmotivadores.

8. “¡Qué bien lo hiciste hoy! No como ayer…”

Un elogio acompañado de crítica pierde todo su valor.

9. “Sos un burro, ¿cómo te vas a sacar un 1?”

Instala una autoimagen de incapacidad difícil de revertir.

10. “¿Sos tonto?” / “¿Me estás tomando el pelo?”

La humillación bloquea el diálogo y daña la autoestima.

11. “No comas eso porque vas a engordar”

Contribuye a una relación conflictiva con el cuerpo y la alimentación.

12. “Qué distraído/despistado sos”

Ruda sugiere reemplazar “sos” por “estás” para evitar que se convierta en una etiqueta permanente.

13. “No pasó nada” (cuando se golpean o se angustian)

Desautoriza el dolor y confunde las emociones.

14. “Sos un desastre, no servís para nada”

Ataque directo a la identidad. Genera sensación de inutilidad.

15. “Hacé como tu hermano, mirá cómo se porta”

Las comparaciones desvalorizan. Fomentan celos y deterioran vínculos.


El peligro de las etiquetas

“Muchas de estas frases se convierten en parte de su identidad. Las llevan a la adultez sin cuestionarlas”, advirtió Ruda. Abadi coincide: “Los niños se desconectan emocionalmente como defensa ante discursos hostiles”.

Luccisano agrega que las etiquetas, las amenazas y las descalificaciones dañan la confianza, generan confusión emocional y pueden afectar la construcción de la personalidad.

Cómo poner límites sin dañar

Todos los especialistas coinciden: poner límites es necesario, pero debe hacerse con respeto. “Poner límites no es castigar: es cuidar”, dijo Abadi. Recomienda usar frases breves, firmes y sin ironías, validando las emociones del niño sin ceder a ellas.

Luccisano aporta una imagen clara: “Hablar en medio del enojo es como apagar un incendio con combustible”. Sugiere elegir el momento adecuado, usar lenguaje claro y pedir disculpas si el adulto se equivoca. Eso enseña a reparar, fortalece el vínculo y modela la responsabilidad emocional.

Hablar también es gesticular

“El lenguaje no verbal también comunica. Los niños no sólo escuchan: lo viven”, señaló Abadi. Por eso, el tono, las expresiones faciales y la postura corporal deben acompañar lo que se dice.

LEER: Francos respondió a críticas de Cristina Kirchner

Artículos relacionados

Volver al botón superior